martes, 3 de abril de 2007

Lecciones del Transantiago - II

En mi artículo anterior hice un análisis donde indicaba que en mi opinión como Ingeniero, la aproximación seguida por el gobierno de incorporar participación ciudadana en las decisiones de mejoras locales en Transantiago, es una estrategia viable, que permite liberar parte de la presión social y lograr un mayor nivel de compromiso anímico con el proyecto.

Considerando que estamos en un punto de no retorno, refinamientos sucesivos permitirán en el mediano plazo lograr un equilibrio operacional del sistema, aún cuando no logremos el óptimo. El cambio de las autoridades máximas del proyecto es una medida cosmética, que intenta ganar un poco de tiempo aplicando la vieja estrategia del "veranito de San Juan", aún cuando no signifique un impacto real de corto plazo para mejorar la operación y los resultados. Las recientes medidas anunciadas por el nuevo Ministro, apuntan precisamente a problemas de fondo, y que deberían gradualmente ir corrigiendo deficiencias del diseño básico.

Sin duda Transantiago ha afectado en forma muy dura especialmente a las personas con menores ingresos, que no tienen alternativas o no poseen los recursos para generar alternativas.

No debemos olvidar que a la larga, la principal métrica de estos macroproyectos es la calidad de vida de las personas.

Mi objetivo entonces es identificar una serie de factores críticos que deben ser considerados en proyectos futuros, similares en cuanto al impacto ciudadano y con modelos de operación complejos.

Para la redacción de este artículo y sus secuelas, consideré diversos antecedentes:

  • opiniones y antecedentes entregados por expertos en el tema
  • algunos resultados públicamente conocidos de Transantiago
  • mi experiencia como miembro del equipo de e-arquitectura de diversos proyectos públicos y privados de alto impacto
El resultado es un listado de factores críticos de éxito, que desarrollaré en varios artículos, algunos de ellos específicos para nuestro país, recopilación que llamaré "Lecciones del Transantiago".

Estos criterios deberían ser especialmente aplicados a proyectos que:
  • incorporen una fuerte base tecnológica
  • realicen modificaciones importantes a modelos de operación ya establecidos
  • atiendan grandes volúmenes de usuarios
Probablemente, algunos dirán que "Lecciones del Transantiago" es la reinvención del agua tibia, ya que no propongo ideas revolucionarias ni recetas mágicas, sino que por el contrario, hago una simple lista de criterios, algunos de ellos relativamente obvios.

Lo único que podría responder a dicho comentario es que ... es verdad.

Estos criterios, por simples y obvios, se minimizan y no se consideran en toda su magnitud durante el diseño y la ejecución de los grandes proyectos, causando un gran nivel de daño en los momentos más inoportunos.

Por lo tanto, estimado lector, tienes toda la razón. Este artículo es un gran recipiente ... lleno de agua tibia. ;-)

Analizaremos el primer factor: Institucionalidad.

Dicho esto ... let's Rock and Roll.


Institucionalidad: quién le pone el cascabel al gato

Ya es consenso de múltiples sectores en Chile que para ciertos temas cruciales, la institucionalidad y los modelos de gestión gubernamental no son capaces de responder adecuadamente a iniciativas transversales y de alto impacto.

Esto se manifiesta en forma especial cuando se requiere el compromiso efectivo y el involucramiento de múltiples órganos del Estado (Ministerios, Servicios Públicos y Gobiernos locales). La falta de un poder de decisión que asegure el control de los recursos y las acciones de cada actor, dificulta el que los proyectos efectivamente se cumplan y en el plazo adecuado.

En la práctica, la única institución que ha sido capaz de definir objetivos y controlar cumplimiento y plazos transversalmente en el Estado, ha sido el Ministerio de Hacienda, por la vía de los "Programas de Mejoramiento de la Gestión" (PMGs) controlados por la Dirección de Presupuesto, respondiendo al viejo principio popular: "El que pone la plata, pone la música".

Todas las iniciativas basadas en la "Coordinación" o el establecimiento de "Cuerpos Colegiados", generalmente sobre la base de un Comité de Ministros (apoyado por un Consejo Asesor de notables y respetables ciudadanos, quienes participan en varias instancias similares), en la práctica muestra retrasos y resultados de bajo impacto. Además que la conformación de estos cuerpos colegiados incluye generalmente a las mismas personas, quienes tienen la virtud de poder opinar en forma multidisciplinaria y experta sobre optimizaciones a procesos industriales para envasar cangrejos, la definición de objetivos instruccionales en modelos educativos constructivistas o los focos de desarrollo tecnológico de Chile para los próximos 50 años.

Estos "Comités de Coordinación", con un flamante Secretario Ejecutivo financiado por el Ministerio que logró vencer el "gallito político" y se llevó como botín el "liderazgo de la agenda", terminan produciendo múltiples declaraciones de prensa pero muy pocos frutos reales. En cuanto a la gestión operativa, se diluye en diversos actores que en muchos casos responden a objetivos e intereses propios, por lo cual los ambiciosos objetivos macro, declarados al más alto nivel, se entrampan en la burocracia del día a día y la falta de mecanismos de "accountability" que aseguren el cumplimiento de otro viejo principio: "Que cada uno haga lo que le corresponde".

Un par de ejemplos concretos:
  • Ya es parte de nuestra vivencia como chilenos los famosos "hoyos en el pavimento" que sufrimos los automovilistas y peatones. Y también conocemos el discurso del tipo "papa caliente" que pasa de mano en mano entre el MOP, el Serviu y las Municipalidades locales. Mientras tanto, el dañino "hoyo" se alimenta de las declaraciones cruzadas y obesamente aumenta su capacidad destructiva, daño que terminamos sufriendo nosotros como ciudadanos, mientras nadie se hace cargo del tema. En algún momento y frente a la falta de respuestas adecuadas, el detestable "hoyo" pasó incluso a ser denominado "evento", en un arranque de realismo mágico que provocaría la envidia del propio Gabriel García Márquez.

  • En otro ámbito, siendo un tema crucial para el desarrollo futuro de nuestro país, se designó el año del 2002 en la anterior administración un "CIO" (Chief Information Officer), para liderar el desarrollo de nuestro país en el ámbito de las Tecnologías de la Información. Dicho cargo quedó "asignado" a la Subsecretaría de Economía, a pesar de las reticencias de múltiples actores al respecto. El 26 de Diciembre del 2002 le envié una carta al Presidente, donde indiqué las condiciones que dicho cargo debería cumplir, para ser un aporte efectivo al desarrollo de nuestro país. Lamento haber tenido razón. En el Gobierno anterior, los CIOs permitieron levantar una Agenda público-privada en el tema TI, de la cual hoy tenemos un vago recuerdo y donde algunas iniciativas fueron implementadas pero otras pasaron francamente al olvido. Esta administración lamentablemente y a pesar de los compromisos explícitos en la campaña, no ha sido efectiva en la generación de un discurso y una visión país, cruciales para el desarrollo futuro basado en tecnología, ni tampoco ha sido eficiente en la implementación de nuevas transformaciones a nivel del aparato público y la generación de políticas efectivas en un modelo de colaboración público privado.

En el tema tecnológico, nuestra actual realidad es que se siguen implementando soluciones de continuidad, y otras permanecen como promesas inminentes (algunas por más de 4 años). Diversos países, especialmente de Centroamérica, miran a Chile como un modelo de desarrollo e incluso declaran que han tomado como base nuestros diseños, logrando en meses implementar los proyectos que Chile ha diseñado y declarado que va a hacer.

Por ello, deberemos en el futuro evitar para los proyectos de alto impacto ciudadano y de infraestructura, la "Coordinación" como base del diseño institucional. Se requiere Liderazgo efectivo, mecanismos de "accountability" más allá de la exclusiva responsabilidad política, y las cuotas de poder y recursos necesarias para asegurar que los objetivos se alcancen en cuanto a plazos y aspectos de operación a nivel del detalle.

Este es el primer factor crítico a considerar, cuya importancia crucial Transantiago ha mostrado en toda su magnitud. En los siguientes artículos, analizaremos otros factores adicionales.

Stay tuned. :-)

.

4 comentarios:

hcarrasc 6:12 p.m., abril 04, 2007  

Hay algo que no me cuadra... tu analisis lo encuentro super bueno, pero creo que es casi una lucha perdida. Institucionalidad == Burocracia. Suponer que algunos proyectos puedan omitir la burocracia, comites, etc. es suponer proyectos que omitan la institucionalidad. La única solución que se me ocurre en este momento es que todo este tipo de proyectos sean 'llave en mano' y gestionados por privados, de esta manera se reduce el efecto institucionalidad.

Maz 10:06 a.m., abril 05, 2007  

Hola Héctor:

En efecto, muchos proyectos pueden ser ejecutados en forma más eficiente por actores privados. Eso no se contrapone con el hecho de que se requiere un Estado capaz de conducir esos procesos y controlar el cumplimiento de los objetivos. El tamaño y rol del Estado es una visión política, que tiene muchas opiniones y modelos. Mi opinión es que en cualquier escenario, al menos las reglas del juego y su control deben seguir siendo parte de la institucionalidad pública. Una institucionalidad clara y ordenada (incluso según la definición clásica de burocracia de Weber), no tiene por qué ser ineficiente. Saludos y Gracias!!
Marco

Anónimo,  1:00 p.m., junio 07, 2007  

El excampeón del mundo de Ajedrez Mikhail Tahl analizando una partida señaló “El tiempo que no tenemos es más valioso que el material que si poseemos” , una frase que tal vez debieran tener presente nuestro líderes al momento de decidir el rumbo de sus acciones en esta crisis del transporte colectivo de la Región Metropolitana nuestro tristemente célebre Transantiago.

Enferma ver las mezquinas maniobras de algunos de ellos buscando sacar partido de tan delicada posición, enferma por lo mezquino de sus intereses antepuestos al bien común y enferma pues al obligar al bando perjudicado a replicar consumen todos el único insumo insustituible y valioso en este momento: Tiempo.

Ciertamente no tenemos tiempo para el discurso vociferante del congresal señalando que es tiempo de hacer una auditoria extensiva al proyecto, hace años que debió haberlo hecho, era su obligación con sus votantes, lo mismo corre para el resto de congresales que atronadoramente aplaudieron la intervención.

No tenemos tiempo para los congresales de regiones que ahora alegan por una distribución de recursos proporcional a la población, la distribución de la población nacional es la misma que cuando fueron elegidos.

Ni para los directores del Metro que niegan que los problemas actuales del servicio se deban a la sobrecarga de demanda, misma que ellos subestimaron completamente y que por la ley de sociedades anónimas son responsables de las decisiones que en su nefasto momento tomaron.

Ni para las autoridades municipales que solo se preocuparon de los recorridos que operarían en sus respectivas comunas solamente cuando el proyecto entró en operación.

Ciertamente la sociedad nacional tenía varios mecanismos para prevenir el desastre que actualmente es el sistema de transporte metropolitano y ya sea por incompetencia, desidia o lo que fuera, ninguno operó como debió. Ya llegará el tiempo para evaluar con mesura y equilibrio que tan impredecible era el escenario actual, que tan responsable es cada actor ya sea por su participación o por su omisión. Ahora no, ahora estamos inmersos en el desastre, ahora despilfarrar tiempo en maniobras para sacar provecho de las circunstancias es de una mezquindad que raya en lo criminal.

Ahora es tiempo solamente de resolver el entuerto, y tiempo para asimilar las palabras del brillante Tahl: “el tiempo que no tenemos es más valioso que el material que si poseemos”

Atte.
eT

Maz 1:53 p.m., junio 07, 2007  

Brillante comentario, estimado amigo.
Gracias, anónimo amigo J. ;-)
Marco.

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