¡No soy soporte técnico!
Estoy en mi oficina ayer viernes en la mañana. "Ring, ring" en mi móvil.
- ¿Aló, Maz?
- Sí, hola ... ¿Con quién hablo?
- Con H.
- Hola, ¡qué tal! ¿Cómo estás?
- Más o menos. Necesito que me ayudes.
- Sí, claro. En la medida que pueda, encantado.
- Me conseguí tu teléfono con F. y como sé que trabajas en computación, necesito que me ayudes urgente.
- OK, cuéntame.
- A ver ... tengo problemas con unas teclas del notebook que se me quedan pegadas y además parece que tengo virus ...
- Eeehhh, H. ... Sabes que ...
- Espera, espera. No es todo. Además, necesito que me actualices a la nueva versión del sistema, porque me sale un mensaje que estoy ilegal. Me lo arreglas y así aprovecho de quedar "moderno".
- Oye H., ocurre que ...
- Y como además necesito que sea barato y rápido, qué mejor que los amigos. ¿A qué hora podríamos juntarnos?
- Oye H., sabes que ... No te puedo ayudar mucho.
- Ah. (Breve silencio en la línea ...) Bueno, si ese es el problema, entonces te pago ... (con una cierta molestia en el tono).
- No, no es eso. Es que yo ... no hago esos trabajos (con una buena dosis de tacto)
- Mmhh ... Te entiendo. Lo que pasa es que no te interesa. Puchas ... Qué lata.
- No, no es un problema de voluntad. El tema es que yo trabajo en computación, pero ... (Qué y Cómo le explico ...) yo trabajo en temas ... Mmhh ... más gerenciales. Yo creo que necesitas apoyo de un servicio técnico.
- Ah. O sea, no sabes mucho de computadores. (Ahora con cierta condescendencia y al otro lado de la línea, yo contando hasta 10.000). De verdad pensé que me podías ayudar.
- Mira. Cuando he tenido problemas, lo llevo a XYZ o ABC, que son buenos servicios, tienen buenos precios y pueden resolver todo lo que me comentaste.
- Ah (con franca molestia y con cero intención de tomar nota de los datos que le doy). Qué lata. Pensé que podía contar contigo y más encima, ahora voy a tener que pagar. Oye, te tengo que dejar, así que después conversamos. Nos vemos por ahí. ¡Chao!
Y colgó el teléfono, dejándome en situación de ¡Plop!
Parto por declarar en mi defensa, señor Juez, que siempre he reconocido que de hardware sé bastante poco. Además que con el tiempo, me he ido moviendo a capas cada vez más alejadas de los fierros y las configuraciones básicas.
Pero escenas similares a ésta, las he vivido infinidad de veces y en distintas formas.
Kids: Don't do this at home
Es nefasto cuando la situación aparece al ser invitado a casas de conocidos, amigos y familiares, especialmente aquellos con una relación más lejana con el mundo de la tecnología.
En medio de un buen asado, aparece la pregunta fatal: "Oye Maz. Aprovechando que estás acá y que eres computín, ¿no podrías echarle un vistazo al computador de la casa, que está un poco lento?". Horror.
Peor aún cuando la familia espera con expectación poder por fin aprovechar las bondades de la última impresora comprada hace varias semanas y que se niega a imprimir las tareas escolares. O conectar el nuevo router inalámbrico. Suma y sigue. Las posibilidades son infinitas.
Y como muchas veces en la vida, uno finalmente aprende, pero a porrazos.
Corazón de abuelita
Hace unos 3 años, una persona administrativa con quien yo trabajaba (y que tenía muy buena voluntad, por lo cual logró franquear los cocodrilos y fosas con que protejo mi "vocación de servicio técnico"), un día se acercó y me dijo: "Marco, yo sé que tú no trabajas en esto, pero tal vez tengas un tiempo. Es el computador de mi sobrina, la que está en la Universidad, que se desconfiguró y no se puede conectar a Internet. ¿Me podrías ayudar?". "Sí, claro. Tráelo durante la semana y lo veo en algún rato".
Craso error. Obviamente, la semana pasó y el computador quedó ahí. Y el viernes al final de la tarde, me acordé. ¡Argh!
Así que empecé a reconfigurar el bendito equipo más o menos a las 17:00 del viernes, partiendo por un largo proceso de limpieza y antes que nada (obviamente) respaldar todo lo que parecía útil. "Respaldo en un simple CD o un pendrive" es algo que deberían enseñar en Kinder a estas alturas.
Finalmente terminé ... a las 11:30 de la mañana del sábado.
Jornada que incluyó navegación nocturna en varios foros y recónditos lugares de Internet, para lograr identificar un glitch maldito que había en la configuración base. Les ahorro los detalles. :-|
Pero algo que definitivamente me molesta, es el poco valor que algunos concientemente dan a nuestros conocimientos y experiencia profesional. Son formas más sutiles de solicitar "soporte encubierto", a nivel estratégico de negocios.
El almuerzo/consultoría
Varios años atrás, una conocida que trabajaba en un banco importante, me llamó y me comentó que estaba participando en el equipo de evaluación de un gran proyecto de e-business.
Coincidía que justo un par de años antes, yo había participado en una negociación internacional con el potencial socio tecnológico del proyecto de mi amiga. Mi experiencia incluía tiempo que pasé trabajando en un due dilligence a esta empresa, por lo cual los conocía muy bien. De hecho, en Chile yo era la persona que más los conocía.
Me preguntó si como un favor personal, aceptaría una invitación a almorzar con su jefe. Era un muy buen restaurant de Santiago, por lo cual acepté gustoso.
Cuál no sería mi sorpresa cuando llegué a una mesa y me encontré rodeado por otras 7 personas.
Reconociendo de inmediato la situación y para no dejar pasar mi molestia, saludé con un "Hola. Bastante barata les va a salir la consultoría ... :-)", lo cual indudablemente generó algunas risas nerviosas. Pero ya estaba ahí y debía honrar el compromiso con mi anfitriona.
Conversamos largo y finalmente, esa institución hizo exactamente lo contrario a lo que yo les recomendé en ese almuerzo. Lo que en realidad buscaban con la invitación, era confirmar una decisión que ya habían tomado. Pero cuál no sería su sorpresa, al escuchar que mi recomendación iba en un sentido totalmente opuesto.
Al final, ese almuerzo/consultoría les salió bastante caro.
No sólo porque no les ayudó en su proceso de decisión interno, sino que el curso errado que tomaron, les significó varios millones de dólares y un retraso de 3 años de su proyecto.
Definitivamente, les habría salido mucho más barato haber hecho la consultoría formal. :-)
¿Y qué hago con H.?
Como ya se habrán dado cuenta, a esta altura soy un simple usuario y definitivamente no tengo vocación de soporte técnico.
Y todavía no sé bien cómo le explicaré en qué trabajo a H. (el del notebook que motivó este artículo), la próxima vez que nos veamos.
Si le digo que soy "arquitecto de e-business", el riesgo es que su próxima llamada, sea para que lo ayude a diseñar una ampliación de su casa. :-)
Stay Tuned!