Vuelvo a leer en estos días, la entrevista publicada hace un par de semanas en revista Qué Pasa al presidente de AquaChile, Víctor Hugo Puchi.
AquaChile es la principal empresa chilena productora de salmones y truchas, y se encuentra en una muy delicada situación. Es un símbolo de la crisis específica por la cual pasa esta industria en Chile, agravada por “la otra crisis”, mucho mayor y globalizada.
Creo importante leer con cuidado esa entrevista.
En este artículo, destaco mis acuerdos y desacuerdos con algunas de las opiniones que Puchi plantea como reflexión y aprendizaje, y desarrollo un par de dimensiones adicionales.
Los mensajes subyacentes
Puchi explica la difícil situación por la cual pasa la industria salmonera en Chile.
La entrevista es particularmente eficaz en enviar mensajes directos hacia el gobierno y la banca, sobre la necesidad de asegurar un respaldo financiero importante y que les ayude a salir de la actual crisis.
Es importante destacar la franqueza de Puchi en su particular mea culpa, reconociendo algunos de los errores. Y su mensaje principal es que sin un fuerte respaldo financiero y de corto plazo, la industria se derrumbará, sin puntos intermedios.
Sin lugar a dudas (quien lo niegue pecaría de un cinismo extremo), el Estado chileno no puede sustraerse a esta situación. Dejar en descampado y a la deriva a una de las principales industrias de exportación, de alta absorción de mano de obra y pilar económico de al menos dos regiones en Chile, no resiste mayor análisis.
En consecuencia, tarde o temprano, para evitar el desplome de una de las grandes industrias en Chile, el Estado chileno deberá, o bien emitir un gran cheque que inyecte recursos directos a la industria (matizado a través de múltiples instrumentos y canales de financiación), o bien poner una gran firma como aval, para que el sistema financiero actúe, apalancando los recursos necesarios.
Problema de pocos, problema de muchos
Soy un outsider a la industria salmonera, por lo cual más de alguien podrá decir que mis opiniones carecen de respaldo y esgrimirá un sinnúmero de argumentos técnicos para invalidar mis comentarios.
Pero por muy outsider que sea, dado el rol que el Estado se verá obligado a asumir (aunque no lo quiera), como ciudadano tengo todo el derecho a opinar, dado que directa o indirectamente, todos nos haremos cargo de este reflote.
Desde ya declaro que estoy de acuerdo en entregar este respaldo. Pero este cheque no puede ser en blanco, al portador y sin garantías.
Y por lo demás, creo que nos ofrece una tremenda oportunidad para establecer nuevos criterios de diseño de política pública, para el desarrollo de negocios innovadores, modernos y de alto impacto.
Lecciones que debemos aprender
Mi preocupación surge porque al leer la entrevista con mayor profundidad, Puchi reafirma algunos criterios ya superados por los modelos teóricos y las realidades de mercado, y omite algunos pilares críticos en el diseño moderno de procesos de negocios.
Esta visión es particularmente preocupante, en un mundo que hoy evalúa como fundamentales un amplio espectro de parámetros, más allá de los exclusivamente financieros.
En consecuencia, si no incluimos estos nuevos criterios, nada asegura que en el futuro y saliendo de esta crisis, como país no volveremos a tropezar con las mismas piedras, al menos en esta industria. Y por ello mi preocupación.
Hoy se imponen en el mundo nuevos criterios de diseño para los procesos de negocios, más allá de las regulaciones específicas o restricciones que cada mercado pueda tener. Eso ya no se puede negar y es responsabilidad de cada empresario o industria, hacerse cargo de dichas realidades.
Las lecciones mundiales aprendidas el último año, indican que los Estados deben ser los responsables de asegurar los criterios globales, porque el mercado en forma autónoma ya demostró su incapacidad de autorregulación y aseguramiento de sustentabilidad.
Para el futuro de nuestro país, la principal lección que debemos sacar de este caso, es reforzar algunos criterios de política pública para el desarrollo de nuevos sectores económicos, que aseguren un diseño integral y equilibrado entre múltiples factores, más allá de considerar exclusivamente parámetros aislados de crecimiento y rentabilidad.
Los pilares que faltan
Mi opinión es que existen dos debilidades claras en el diseño estratégico de la industria salmonera, que Puchi no comenta o bien toca muy tangencialmente en su entrevista:
- la falta de criterios de diseño de modelos de negocios sustentables
- la falta de una estrategia efectiva de Innovación+Investigación+Desarrollo como industria, para la creación de ventajas competitivas de clase mundial
Ambos criterios no sólo son deseables. En el mundo de hoy, son factores críticos de éxito para cualquier industria que pretenda mostrar reales ventajas competitivas y aprovechar las oportunidades en un mercado global.
Y esto cobra mayor relevancia cuando las grandes líneas estratégicas en Chile, nos orientan a transformarnos en un actor global de la industria agroalimentaria. Por ello, es una lección importante de futuro.
Sustentabilidad
Lo reconoce Puchi en su entrevista: la industria creció al 15-17% anual durante un largo período, pero sin hacerse cargo de las consecuencias y buenas prácticas biológicas, regionales y medioambientales.
Además de aplicar el viejo principio de "a confesión de partes, relevo de pruebas", hoy ya nadie se atreve a negar el negativo impacto en los hermosos parajes del sur de nuestro país y los efectos medioambientales desastrosos que el crecimiento descontrolado de esta industria ha provocado. Negarlo sería tapar el sol con un dedo.
Después de la devastación producto del virus ISA, el fenómeno del "bloom de algas" que hoy afecta con tanta o mayor fuerza a la industria, desde una mirada radical podría incluso ser interpretado como una defensa del ecosistema que trata por cualquier forma de erradicar esa "infección exógena" llamada "industria salmonera".
En un modelo de diseño sustentable, si gradualmente parte de las grandes utilidades que la industria generó durante bastante tiempo, hubieran sido reinvertidas para trasformar el proceso de producción a modelos de "ciclo cerrado", otro gallo nos cantaría y no sería una medida tardía.
De esa forma, podríamos haber utilizado nuestra privilegiada hoya hidrográfica como un "capital semilla" para la creación de esa industria, evitando considerar esa ventaja comparativa (la hoya hidrográfica) como un “recurso descartable” o un "insumo de uso indiscriminado". Y habría permitido un importante ahorro en las costosas campañas de relaciones públicas para tapar el “ruido ambiental” que los "fundamentalistas ecológicos" provocaban.
Por ello, no puedo dejar de expresar mi molestia al leer una sección muy particular en el denominado “mea culpa” y que cito en forma textual:
-¿Ha habido un mea culpa por parte de los salmoneros?
- El mea culpa tiene que ser colectivo porque como industria y país no nos dimos cuenta de lo vulnerable que era el no contar con una regulación suficiente para controlar las externalidades y para reconocer que, de alguna forma, el agua que utilizamos tiene sus límites.
Vuelvo a reiterar el concepto de “modelos sustentables”.
Los modernos criterios de diseño de negocios, que particularmente hoy impulsamos y promovemos en diversos programas de emprendimiento, creación de empresas y generación de valor empresarial en Chile, nos indican que el marco ético que debe regular la actividad empresarial, debe superar la normativa o regulación local, y particularmente ser consistente en el respeto al ecosistema.
No sólo por un concepto de Responsabilidad Social Empresarial. Simplemente, porque los modelos sustentables a la larga demuestran ser un “buen negocio”. Por ello, argumentar que la “falta de regulación” es la causa para la inviabilidad del negocio, ciertamente no es un argumento presentable (al menos en ninguna escuela moderna de negocios o plan de emprendimiento en Chile).
Esgrimir la falta de regulación como la causa de un grueso error de diseño estratégico, es simplemente echarle la culpa al empedrado.
Mucha gente se los dijo durante mucho tiempo y por múltiples formas a los empresarios de la industria del salmón. Pero la buena rentabilidad al parecer no es buena consejera y genera profundas dificultades de audición.
La incorporación de criterios de producción sustentable más extremos y con mayor regulación, que se aplican en países desarrollados con los cuales Chile compite en condiciones bastante favorables, las transforman en industrias "viables", aún cuando deban enfrentar los mismos "embates de la naturaleza”. Aquí claramente aplica el viejo dicho que “lo que no te mata, te fortalece”.
Las condiciones de producción sustentable y con respeto al medioambiente, lejos de debilitar la industria, fortalecen su viabilidad. Y en forma paralela, “alto crecimiento” nunca ha sido ni será sinónimo de “fortaleza”.
Por tanto, por mucho que algunos empresarios locales repitan como letanía las recíprocas de estas afirmaciones en forma cuasi ortodoxa, no las harán más reales.
Por ello, es de esperar que en el futuro, comprendamos que la incorporación de condiciones de operación y respeto al medioambiente en nuestro país, sean entendidas como condiciones deseables de diseño de modelos y planes de negocios robustos, y no como "caprichos fundamentalistas" o como un mero “cumplimiento de las regulaciones”.
Innovación + Investigación + Desarrollo
Ya había comentado hace un tiempo la falta de una estrategia clara de creación de ventajas competitivas a partir de los círculos virtuosos de I+D.
Múltiples conversaciones con ejecutivos de la industria salmonera, de la industria tecnológica, de las universidades locales y del Gobierno, me permiten afirmar que el compromiso para realizar procesos reales de Innovación y estimular procesos de transferencia tecnológica a través de la Investigación+Desarrollo, nunca ha sido una línea estratégica fundamental de la industria salmonera en Chile.
Más aún, ese compromiso se ha concentrado principalmente en la creación del Instituto Tecnológico del Salmón (INTESAL), el cual si bien ha logrado varios avances para la industria, en la práctica no ha estimulado impactos reales para el ecosistema económico en su conjunto ni creado círculos virtuosos de inversión, creación, aplicación y explotación de la propiedad intelectual.
INTESAL se ha focalizado en proveer de un marco compartido para la aplicación de ciertos estándares y métricas de calidad, incluyendo la homologación de algunos procesos de producción sobre la base de estándares comunes. Pero asumir un liderazgo y lograr un compromiso de I+I+D no ha sido precisamente su foco de trabajo.
En muchos casos, la transferencia tecnológica en la industria del salmón, se ha limitado a importar tecnología (principalmente noruega) para sus sistemas de información y control productivo, junto con algunos servicios tecnológicos básicos, contratados en forma local.
No peco de infidente al comentar que en una mesa de discusión de la Estrategia Digital 2007-2012 (de la cual yo era miembro de número), se comentó como un ejemplo de la alta dependencia de nuestra industria respecto de tecnologías extranjeras, la poca capacidad para desarrollar software de gestión y control para la industria salmonera, dado que gran parte de los nombres de las columnas de las tablas en las bases de datos de las empresas chilenas estaban en … noruego.
En otros países, esto incluso podría ser considerado un problema de seguridad nacional en el ámbito económico. En Chile, no pasó de ser una anécdota, pero que a varios en su oportunidad nos dejó muy preocupados.
Pero más que datos o hechos aislados, la métrica para rebatir mis afirmaciones en este caso sería muy simple, aplicando parámetros básicos: qué porcentaje de las ventas y cuánto en términos absolutos de inversión en la industria del salmón, ha sido destinado a procesos de I+D y principalmente, a la creación de nuevas empresas basadas exclusivamente en conocimiento y propiedad intelectual, en un modelo de benchmarking con su propia industria.
Y no podemos dejar de escuchar a importantes actores internacionales, como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), quien ya en un reporte de fines del año 2005, destaca que el nivel de innovación de la industria local se había focalizado inicialmente a la transferencia tecnológica desde mercados más desarrollados y la adaptación de algunas técnicas de navegación, en la etapa inicial llamada "Fase de Imitación". Pero en etapas posteriores (fases de "Adaptación" e "Innovación Endógena"), no se reconocían avances fundamentales.
Por otro lado, si bien los porcentajes de R&D a contar del año 2006 se vieron fuertemente incrementados, es importante destacar que dichas inversiones fueron principalmente a la identificación de nuevos procedmientos de ataque a los males asociados al Virus ISA, por lo cual no podemos decir que responda a una estrategia de I+D+I de mediano plazo, siendo más una táctica de respuesta de corto plazo, pero implementada en forma tardía.
Y un último ejemplo, en términos de reforzar el cambio que la industria del salmón debe realizar respecto del desarrollo tecnológico, desde la mirada del negocio.
Cito textualmente de la revista SalmonCiencia (canal oficial de comunicación de la Industria, del Instituto Tecnológico del Salmón, edición de Diciembre del 2007, pp. 16):
Otro aspecto a considerar es que la bioseguridad es vista frecuentemente como un aumento en los costos, debido a la importante inversión que requiere, pero al considerar las pérdidas que implica la no-salud, podría convertirse en una apuesta rentable que se justifique plenamente.
No voy a entrar a analizar el detalle de dicho párrafo. Pero quienes tengamos un cierto nivel de familiaridad con modelos de riesgo, modelos de seguridad y continuidad operacional soportada por tecnología, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que esos párrafos corresponden a visiones que otras industrias ya superaron … hace más de 25 años.
Claramente, ahí hay una mirada que debe innovar.
Accountability
Si los gobiernos de turno hubieran sido más firmes en regular la industria del salmón en su oportunidad, habrían sido calificados de "intervencionistas", "alarmistas ecológicos" y “frenos al desarrollo”.
Si los empresarios y emprendedores hubieran sido más visionarios y responsables, quizás muchos inversionistas de corto plazo los habrían calificado de "conservadores".
Por ello, pedir accountability en el momento actual es imposible. Pero no sacamos mucho en llorar sobre la leche derramada y es el momento de construir futuro.
La forma de construir futuro, es aprender como país a encontrar nuestra propia vía chilena para el I+D+I, creando nuevos sectores económicos que se destaquen por ser sustentables y aprovechen nuestras ventajas comparativas, diseñando estrategias basadas en la innovación continua, creando ventajas competitivas mediante un círculo virtuoso de inversión y propiedad intelectual y con modelos de competencias basados en criterios globalizados.
Con dichos criterios y con el liderazgo empresarial adecuado, por cierto que podemos crear esta y muchas otras oportunidades para nuestro país.
Stay Tuned!
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